La educación… tarea de hombres conmovidos, no irreverentes.

Una obra educativa se reconoce, antes que todo, por el valor de recuperar constantemente en lo humano a cada persona, niño y joven que forma parte de nuestra de comunidad. No se trata sólo de ofrecer un producto educativo de calidad -como a menudo se piensa- y, por supuesto, que esto es también un objetivo central, pero viene después. Lo primero es la incansable capacidad de encontrar personas e introducirlas, acompañarlas, en la aventura de amar la realidad que a ellas mismas les ha sido dada, es decir, de confirmar que cada uno ha nacido y crece para un destino bueno.

En el contexto de desconfianza, inseguridad y, a menudo, violencia que cada uno vive, la apuesta de una obra educativa es levantar la mirada hacia lo que nos constituye: ¡La esperanza no defrauda!, porque frente a las dificultades nos provee de dos acentos: a) una hipótesis positiva frente a lo real, desafiandonos a redescubrir que la realidad no nos es ajena, ¡está hecha para nosotros! Y b) la esperanza nos reúne, nos pone juntos, nos convoca a “hacer con”, es decir a no concebirse solos en la acción. Cada estamento está llamado a descubrir que una auténtica “comunidad de aprendizajes” se construye del sustrato asociativo, colaborativo, entre unos y otros: padres y docentes, jóvenes y compañeros de colegio, etc. hasta llegar a interpelar la sociedad si nos mantenemos fieles a este ideal, especialmente a través de nuestros ex alumnos que entran en el mundo de la educación profesional o técnica y van al trabajo con esta conciencia.

Este segundo semestre queremos compartir tres pasos:

1) Liderazgo educativo

El colegio está renovando cada vez más los rostros de quienes asumen nuevas responsabilidades. Se trata en muchos casos de ex alumnos, que nos proveen de una renovada conciencia e ímpetu del valor de nuestro proyecto educativo. Les encarecemos una dedicada compañía a ellos y a no perder el paso que nos marcan, a no quedarnos rezagados en los problemas habituales, sino a ser testigos de una corresponsabilidad en acto. Este don lo hemos recibido con mucha alegría y seriedad. No puede verse disminuido por nuestra distracción de padres o docentes -apegados a una rutina- porque los alumnos lo han acogido muy bien y necesitan de una promesa de futuro que se identifique con un sujeto.

2) Ley SEP 2025 en el ISPM

El déficit económico que nos acompaña desde el COVID es de $1.164.729.552. Este hecho nos ha hecho optar por este beneficio estatal de la ley SEP, incrementando las becas a las familias, llegando a un 49% del total de los alumnos. Esto, que es un beneficio para tantos, es una responsabilidad para el resto de los padres que, gracias a su aporte puntual y sistemático, permite cubrir los costos del colegio. Una obra no se mantiene sin una conciencia de todos los factores en juego, entonces, ¡así como el colegio ofrece beneficios, genera también obligaciones! Subsisten a este nivel dos confusiones: a) que el colegio por ser fundación debiese ser gratuito. Y esto no es así, el colegio debe cubrir sus costos de personal, equipamiento e infraestructura. La ley mal llamada “de gratuidad” es una proyección en el tiempo que depende de los aportes del Estado, y si estos mejoraran… la gratuidad sería real. En tanto, el colegio cobra su mensualidad amparado en esta misma ley y en el sentido común. La educación de calidad tiene que ser una prioridad también en lo económico, de lo contrario es propaganda abusiva. b) segunda confusión, los padres que acceden al beneficio ley SEP No pueden hacerlo a través del colegio, sino únicamente a través del Ministerio de Educación, organismo encargado de determinar anualmente qué alumnos son considerados beneficiarios de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP), mediante el Registro Social de Hogares (https://registrosocial.gob.cl).

3) Agosto, mes de la Solidaridad

La solidaridad -pilar central en nuestra propuesta educativa- es hija de la misericordia, palabra esta última que coincide con el rostro de Dios, Otro más grande que tú, que te ama y te perdona. Nuestros gestos nacen de aquí, no de un “voluntarismo titánico” que acaba en un moralismo (Papa Francisco).

Dice nuestro fundador, el Padre Luigi Giussani, hay una alienación en el inicio y una alienación última en concebir la solidaridad como un proyecto social, esto nos lleva al crash de terminar aferrando cosas y relaciones. Él nos pone en guardia ante la palabra “aferrar”: se aferra todo, al otro, el dinero, el estudio, lo que “se ama”; y el resultado de esto es hundirse en el individualismo y la soledad. Entonces, no aferrar, sino afirmar; afirmar el ideal por el que te mueves. Y darle espacio al ímpetu del corazón de servir a través de tantas iniciativas que son parte de nuestra historia y que buscan responder a las necesidades del prójimo.

Bienvenidos al segundo semestre en el colegio ISPM.

Fundación Educacional San Pablo Misionero

Julio 2025.

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