«El dolor que una guerra produce es inimaginable, impensable y sin embargo, es sufrible. Debemos educar a nuestros niños y niñas en el amor por la paz, por la paciencia, por la conversación, por la oración, siempre por la oración.
Los pequeños/as del jardín San Pablito ya saben de la guerra, pero en sus corazones esos horrores no entran, gracias a Dios, pero sí comprenden que una guerra no puede existir.
Hoy conversaron dónde estaba Israel y Palestina, vieron personas y familias de ambas culturas, pintaron, rellenaron una gran paloma por curso y rezamos juntos… como un solo cuerpo «El Ángel de la Guarda» para terminar con «todas las guerras» como dijeron.